"Moriré una vez y otra, y sabré que es inagotable la vida" (Rabindranath Tagore)

lunes, 31 de diciembre de 2012

Una sola palabra...


Último día del año, ese día en el que la mayoría de la gente hace balance de lo acontecido en su vida en los últimos 365 días, como si hubiera una barrera invisible, un tope a partir del cual todo acaba y automáticamente vuelve a comenzar, renacido, renovado, bajo el manto de la esperanza que todo cambio será para mejor….



Yo no tenía tiempo para eso, estaba en mi trabajo abrumada de temas abiertos, asuntos pendientes, mensajes por contestar…y de algún modo, quizá por la fecha de la que se trataba, tenía la necesidad de poner orden en todo aquello, de cerrar alguna cosa, de establecer por lo menos un esquema de situación con el que enfrentarme al nuevo año.



En ello estaba cuando me di cuenta que ya sólo quedaba yo en toda la oficina.

Aún era mediodía, pero en cierto modo hoy era un día de esos con licencia para acortar jornada, para terminarla a la hora del almuerzo…Ni siquiera había sido consciente de ello, pero aún así me volví a sumergir entre mis documentos, mis papeles, mis proyectos…



Una voz que pronunciaba mi nombre me sacó de mi concentración laboral, levanté la vista y vi un repartidor de mensajería. Tras unos instantes de confusión, me identifiqué como la persona a la que buscaba. Me entregó un paquete, firmé y se marchó.



Y allí estaba yo, sola, mirando aquel paquete naranja y blanco, con una sensación de desconcierto.



Comencé a desenvolver el paquete, era un libro.



Un libro perfectamente encuadernado con pastas verdes de imitación a piel. No ponía ningún título, ni autor…

Mi desconcierto aumentó cuando comencé a ojearlo, estaba en blanco…



Por un momento pensé que se trataba de una broma, intenté buscar el remitente, pero no encontré nada entre los restos del envoltorio, así que lo dejé a un lado y continué trabajando.



De repente, algo me hizo frenar en seco, me detuve por unos instantes para posteriormente comenzar a cerrar mi ordenador, mi cuaderno de notas…

Amontoné en un lateral todos los papeles que se esparcían por mi mesa y cuando tuve todo despejado, tomé de nuevo aquél libro entre mis manos y lo deposité con cuidado frente a mi.



Mis manos comenzaron a pasar las páginas en blanco, ya no las controlaba yo, me había convertido en una mera espectadora de algo que no acertaba a comprender…



Entonces, algo sucedió que hizo que lo comprendiera todo y súbitamente mis ojos se llenaron de lágrimas.

Estaba allí, en la última página, en el centro, escrita a mano, una sola palabra: Forever



Sabía lo que significaba todo aquello, era un regalo, un gran regalo de alguien que …

Ahora me tocaba a mi escribir la historia,  tal y como yo quisiera que sucediera, tal y como yo la imaginara, tal y como quisiera soñarla…

Y sólo eso y nada más que eso bastaría para que sucediera.



Repetí en voz alta: Forever



Abrí el cajón, cogí mi pluma, mi preferida,  y comencé a escribir, empecé por la fecha: 31/12/2012…



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