"Moriré una vez y otra, y sabré que es inagotable la vida" (Rabindranath Tagore)

domingo, 21 de diciembre de 2014

El primer día del invierno

Era un apacible atardecer de invierno, un ocaso de esos en los que las siluetas de los montes, de los tejados, de los árboles...recortan un cielo azul marino que lucha por albergar en el horizonte el último atisbo de luz.

Bajo aquel cielo nítido, sereno, aterciopelado...encontré la señal más hermosa que puede enviar el Universo en el primer día de invierno: una preciosa rosa había nacido de las ramas taladas de los rosales que habitan mi jardín, de esas ramas desnudas y frágiles tras soportar las inclemencias del otoño: la furia del viento, la lluvia implacable, la escarcha del alba...

Ese retal de vida en mitad de un paisaje marchito, ese trocito de primavera en los albores del invierno me hizo comprender la verdadera magia del Universo: la vida siempre se abre paso para irrumpir del modo más inesperado, llenando de luz y color los rincones más oscuros del alma.


Aquella rosa de increíble belleza contenía en sí misma la esencia de la vida y entonces entendí que todo es posible, si tú quieres...